sábado, 21 de diciembre de 2013

Último transeunte.

Tan sólo si no sabes mi nombre.
Si crees poder asirlo con tus largos dedos, pero se escapa, se escurre como las ideas en la alborada del sueño. Si las aceras nocturnas lo lanzan al viento, entre las luces a medio gas y las pisadas opacas que resuenan en los edificios, a través del tiempo, cortando la noche efímera, mordaz, libre.
Serás tú, último transeunte del mundo despierto, que perdido en el reflejo de tu propia mirada en el cristal, decidirás no ser ya.
No ser.
No ser más ya reflejo de mirada detenida en el nombre que no sabes, en la pisada opaca que resuena, en la luz a medio gas que parpadea, en este instante último en el que todo se detiene. En el que todo se...

Y si no sabes mi nombre, no dudes en venir, corriendo. Tú. Tú último transeunte del mundo despierto, para tan sólo llamar mi atención, con tu sonrisa torcida, quizás, o tu halo de inocencia, y quedarte a escuchar, tan sólo por esta noche efímera y mordaz, su historia.

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Amaia Miranda