viernes, 31 de diciembre de 2010

Navidad, dulce realidad.

Cuando la realidad se enfría y tienes tiempo para pensarlo,
para calcular el daño que has hecho, irreparable,
es como golpear un cristal ya roto con la gélida mano del tiempo.
Como empuñar la daga de la desdicha y cantar victoria
Como la helada nocturna, el sabor del limón, ácido, agrio, amargo, en la lengua tras otro beso plagado de dudas.
Como la hendidura de un labio cortado por el frío,
Como el último suspiro de una vela.
Es el dolor más profundo e inhumano,
el dolor más horrible,
atemporal,
negro.
El dolor desgarrador que lo es todo, que es puro.
El dolor que supone la certeza de haber hecho daño.

Y ahora corre tras un tren humeante,
y ahora golpea los nenúfares suspendidos en las manecillas del reloj,
y ahora es y no es,
y ahora siente y llora,
y ahora vuelve a ser niño y se siente morir en el silencio.
Fuimos tres y fue demasiado.
La cúspide de la creación resulto ser un fracaso,
Volando el último avión de la noche gracias a los impares y su fuerza...

y sin embargo, la navidad, aún presente,
tiene ese sabor agridulce de la felicidad propia,
rodeada de la desdicha agena.

martes, 5 de octubre de 2010

Alzheimer. (Cuando la vida se da la vuelta)

Cuando la vida se da la vuelta.
Cuando las dudas se corrompen, y la enfermedad acecha a la vuelta de la esquina.
Cuando el dolor de la incertidumbre es insostenible,
y cada parte de la realidad se desmorona.
Cuando dejamos de ser lo que somos, para explotar en un mar de sonidos inconfesables, de palabras confusas, de frases vacías, de poemas verdes.

Es entonces cuando imagino,
cuando imagino un mundo desigual e imperfecto, en el que te acercas y posas tu mano en mi rosotro, en el que las manecillas de los relojes derretidos de Dalí no están paradas, en el que la memoria perdura.

La memoria, situada en una larga carretera, de kilómetros y kilómetros, vacía. De línea discontinua y el atardecer al fondo. Y una mujer, una mujer sin color ni raza, una mujer que son todas y es una, caminando, despacio, para no caer, mientras se desnuda del pasado, a cada paso, hasta dejarse llevar y ser cielo, velocidad de la carretera, calma del atardecer.

Y no ser nada más.

Nada más.


Y en un momento, que parece único e increible, abre los brazos, y respira, al mundo.



Cuando la vida se da la vuelta, regálale una sonrisa.



(Una de esas que resumen, en apenas un destello, la vida que recuerdas. La vida dormida.)


A mi tía.

martes, 20 de julio de 2010

De la felicidad.

Una mujer que sonrie,
que se mesa sus cabellos,
que se siente princsa de este mundo de alabanzas,
que se siente morir si no estas cerca,
que araña sus labios con trazos de rojo carmin,
que se deja llevar en los susurros de la noche.

Princesa,
portadora de espejismos,
tejedora de la vida,
exportadora de esperanzas especiadas,
de ilusiones ardientes,
de entrevelos reveladores de la nada.

Princesa.
Donde estas, no te veo.
Asomate a este rincon en el que te escribo,
y devuelveme la sonrisa que te llevaste prestada.

Princesa,
dueña del hoy y del mañana,
nadie conoce tu rostro y sin embargo....


... y sin embargo todos te aman, princesa.
todos te aman.


sábado, 26 de junio de 2010

En pos del Atardecer.



"La luna se alza sobre un cielo rojo, rojo fuego, rojo sangre, rojo pasión; colosal, majestuosa, sobre los tejados de callejuelas perdidas, caóticas, inciertas. El viento trae recuerdos de la alambra, alborota mi cabello"


La cámara estaba sin batería. A mi lado, una mujer hermosa trataba de explicarme las mil formas de capturar una fotografía, sin cámara. Con sus manos desdibujaba formas en el aire, y con su voz trataba de sacarme una sonrisa.
No eran más de las 8 cuando comenzamos a surcar la ciudad. Corríamos, corríamos contra el viento, contra los coches que conducían en dirección contraria, contra los semaforos en ambar, contra las últimas luces del día. Corríamos, corríamos sin cesar, sin rumbo, sin destino, sólo con la sensación de que debíamos llegar a aquel punto en el que sol y tierra eran uno, en el que amanecer y atardecer se intercambiaban los papeles, y la noche que nos perseguía a nuestras espaldas daba un nuevo día. Perseguíamos la utopía del horizonte, de lo infinito, de lo lejano e inalcanzable. Nuestros pasos rasgaban el aire, mientras surcaban, veloces, la ciudad.
Durante toda aquella noche seguimos corriendo, siendo siempre atardecer. Sólo cuando, horas más tarde, observamos las primeras luces del alba sin habernos sumido en una previa oscuridad, nos detuvimos, exahustas.
La mujer comenzó a tocar el violín (aún hoy no se de dónde lo sacó, quizá, sencillamente, lo dibujo en su imaginación y decidió compartirlo conmigo... ), y, bajo aquella melodía, aquella calma, nos quedamos dormidas.

Yo con el recuerdo de mi fotografía, y ella con su violín imaginado...





lunes, 14 de junio de 2010

Al menos por una noche.

Si te digo que me escapo, que me voy, que cojo las maletas y me largo, me retendrías del brazo para escuchar mi voz tan sólo unos segundos. Pero ya no se si sería un acto reflejo, o un acto consciente, un acto pensado. No es tan sencillo ni tan difícil como lo pintan. Aunque quizás aún no esté pintado, desde luego no por ti.
Quiero abrir las alas que me unen al cuerpo y echar a volar. Entonces no podrás alcanzarme. Tan alto no. Pero no quiero llegar a Bombai y encontrarme con que no trabajan los carteros de noche. No quiero encontrarme sóla, sin ti, sin vosotros. No puedo engañarme ante el inmenso mar de mis ideas, a mi no puedo mentirme. Esta noche no. Ya es tarde para mentiras, para falsos argumentos, para falacias. Ya es tarde para beber cola-cao recién hecho con la cabeza en los pies y los pies en la almohada. Ya es tarde para echarse atras, y para caminar hacia delante. Es momento de detenerse, de decir Basta. Basta. Basta. Ya basta.
Es la irremediable condición del ser humano, tan estúpido como siempre.
Añoro el sonido del mar y de las olas. Ansío probar lo prohibido.
Desgraciadamente, mi vuelo no sale hasta dentro de demasiados segundos. Creo que más de un millón.
Esperaré sentada en el tejado, intentando adivinar tu cuerpo bajo los árboles lejanos, acercándose. Esperaré sentada en el tejado, soñando que no estoy aquí, que soy libre. Soñando.
Al menos por una noche.
Al menos por una noche olvidaré mi condición y mis principios y me dejaré llevar por el sonido del viento en las cuerdas de la guitarra... por el sonido de mi voz retenida por tu brazo cuando coja las maletas y me escape, me vaya, me largue...

jueves, 10 de junio de 2010

Desde Bucarest

- Ayer, cuando todos dormían, la dama de rojo tuvo valor y salió de su escondite. Caminó entre carteleras y consiguió un pasaje de noche hacia Bucarest. Había vuelto a escapar de nuevo. Ah, pero no te entristezcas. De ti no, tú siempre estarás con ella.

- No puedo evitar pensar que está en peligro. Que vive en la sombra, alejándose de los caminos, de la vida, de la luz. Poco a poco se esconde más y más en sí misma. Y no se si creerte. Hace mucho que ni siquiera me escribe.

- Por eso he venido hoy aquí. Tengo una carta para ti.

El hombre de la gabardina gris le entregó una carta al hombre de la gabardina negra y el sombrero de ala.

"Querido,

Son las tres de la madrugada y no puedo dejar de pensar en ti. Aun en mi huida estas conmigo, me acompañas, me susurras palabras con el viento, me acaricia los ojos tu mirada, lejana. Añoro aquellas noches en las que, sentados en los tejados me contabas viejas historias de Oscar Wilde, me leías teatro de Woody Allen y poemas de Pablo Neruda. Perdida en la noche y en los recuerdos, añoro también el sonido de tu viejo clarinete, y tus locas ideas inconformistas.
No quiero que pienses que me olvido de ti. La rosa blanca que cada mañana encuentras junto a tu almohada, es depositada por Elly,(la muchacha que solía pasar por casa a dejar el pan recién hecho de la panadería de la esquina, y que siempre tuvo una copia de la llave) mandada por mí. Es mi primer pensamiento, mi luz del nuevo día, mi grito de esperanza entre un millar de bocas cerradas y acobardadas, y es para ti.
Han pasado ya seis meses desde mi huida. Pero mi proposito no ha cambiado. Prometo encontrar mi libertad interna.
Todo aquel que la alcance, podrá enfrentarse al mundo, sin miedo. No creo en la libertad externa, ya te lo expliqué en su momento. Exiten demasiados condicionantes. Sobre todo ahora, que nos encontramos en plena Guerra Fria, y yo en dirección hacia una de las partes más orientales y bajo el dominio soviético. Pero no tengo miedo. Sólo añoro tu sonrisa entre tanta oscuridad. Creo que tú también eres uno de esos condicionantes de mi libertad externa...

Buenas noches hombre de negro. La ciudad duerme bajo mis palabras.
Espero que siga en pie tu fortaleza de poesía y maravilla.
Mi sonrisa y mi beso, van impregnadas en la rosa blanca de mañana.
Dale a Greg las gracias por entregarte mi carta.

Se despide,

La dama de rojo."

El hombre de la gabardina negra y el sombrero de ala se inclinó hacia delante, y con el dedo meñique cogió la lágrima que se depositaba en su mejilla, y se la regaló a Greg, a modo de agradecimiento. Greg sonrió y abandonó el café.

A la mañana siguiente, sin embargo, no hubo ninguna rosa sobre la almohada.

martes, 8 de junio de 2010

Sátiras e ironías.

Sobre un escenario en un teatro vacío, una mujer baila sin ser vista. Sus zapatos descansan junto a ella dando también así descanso a sus pies. Con sus piruetas roza el techo, el cielo. Sólo un hombre admira el espectáculo nocturno sentado en una butaca de la 7ª fila. Ella no le ve, pero él la admira, en silencio. Contempla la poesía de su último baile.
El teatro está a punto de ser derruido.
En este mundo, en el que todos los espectáculos habidos y por haber pueden descargarse con un simple click por aquellos a los que aún les interesa, no se trata de una imagen poco usual.
A las afueras, dos mujeres sujetan una pancarta, intentando evitar la muerte de un nuevo teatro.
En su interior el baile prosigue, la mujer llora y el hombre aplaude, en silencio.
Aplaude, ironicamente aplaude.
Aplaude a todo lo que somos, a todo aquello en lo que nos hemos convertido. "Tecnócratas". Máquinas sin corazón. Máquinas económicas. Falsas máquinas ecológicas. Máquinas.


Un transeunte, desde la acera contigua al teatro se detiene a leer la pancarta de las dos mujeres:

"Vosotros también sois asesinos"



Días después, finalmente demolieron el teatro.
Entre los escombnros encontraron dos cuerpos.
Una mujer, un hombre, y unos zapatos de tacón.

Alguien se atrevió a decir que aquello también era arte.
Otros rieron ante esa propuesta.

Las mujeres de la pancarta fueron encarceladas tras la demolición del teatro por escándalo público y por proferir insultos contra la autoridad: la tecnología.

martes, 11 de mayo de 2010

Desde Berlín.

Querido,

Te escribo camino de Berlin, ya a salvo.
Una vez en Shangai me encontré con una mujer que se prostituía a cambio de billetes de tren.
Primero pensé que se trataba de una locura, un sinsentido. Hay formas mas faciles y sencillas de conseguir un billete de tren. A Berlin, sobre todo.
Decidí acercarme a ella, para que me explicase por qué lo hacía.
Me contó que todos nos prostituimos, cada día. Vendemos nuestros besos a cambio de pequeños favores "ir a la cocina a por el café y traerlo hasta el sofá, junto a la chimenea", "bajar a por el periodico", y un beso, de propina.
Me confesó que también vendemos ideas, palabras, versos, falacias. A cambio de todo aquello soñado y por soñar.
Pensé que tenía demasiada razón y le compré un billete de tren, a cambio de la información entre sillas de estación derruida. También entonces acababa de prostituirse.
Prostitución de palabras, me dijo.
Ahora, camino a Berlin, ella duerme apoyada en mi hombro y yo admiro el paisaje que te pierdes. El trayecto es largo y las palabras se me quedan cortas para colorear el tiempo que me queda.
Ahora atravesamos campos de margaritas.
Me pregunto cuando tiraran el muro,
pero he oido que huele a cambio en las noches de Berlin.
Al fin y al cabo, Europa, la gran Europa, esta cambiando.
Vivimos casi en los 80, ¿no?

Espero que mi beso llegue a su destino sin ser intervenido.


Se despide,

La dama de rojo.






y escucho:
"parece que la fiesta terminó,
perdimos en el tunel del amor."

domingo, 2 de mayo de 2010

Desde Shangai

Señoras y Señores:
Ustedes saben, como buenos burócratas de la razón, que los principios que me llevan a escribir esta misiva se asemejan más a los principios de un pulpo en un garaje que otra cosa.
Desprovista de mi usual romanticismo, me veo envuelta en la trama de un pseudo-crimen. He conseguido aniquilar toda esperanza, dejar marchar las ilusiones y arrancarme el corazón; desoir la voz de mi conciencia y de todos aquellos náufragos de mis mismas aguas.
Ahora, con una maleta vacía en una mano, y un clavel rojo en la otra, me dispongo a partir, lejos. Para no oir sus voces repiqueteando contra la ventana, sus miradas intelectuales clavadas en mi espalda y su sonrisa malvada de suficiencia despidiéndome.
No.
No quiero sus regocijos, sus "ya se lo dijimos, señorita.", sus risas falsas y sus lágrimas necias.
Ya basta de mentiras arrogantes.
Me voy.
Aquí tienen ustedes mi confesión y mi condena.
Lo que hagan ustedes con ella es cosa suya.
Buenas noches, caballeros.
Atentamente,
La dama de rojo.

martes, 30 de marzo de 2010

La villa.




El día en el que el señor Johanson abandonó la villa, era octubre.
El abedúl comenzaba a amarillear y sus hojas amenazaban con caerse. La señora Lizz cuidaba de sus hijas en el parque, con la pretensión de casarlas con el mejor postor.
Clancy y yo solíamos adentrarnos en el bosque, y allí, a la orilla del río, donde las pisadas de los viejos amantes no podían escucharse, les contábamos cuentos a las hadas.
Jugabamos a volver corriendo a casa, ondeando nuestros vestidos amarillos, y descolgar las notas musicales colgadas con pinzas en el tendedero.
Solía oler a rosas y a chocolate con guindilla.
Aquel mes nuestro padre, el señor Johanson, se perdió para siempre en la India, con una mujer de la que decían que embrujaba con su mirada a los forasteros Ingleses.
Pero nosotras no lo supimos hasta muchos años más tarde.




Las hadas nos lo contaron, pero no quisimos hacerles caso....

miércoles, 24 de febrero de 2010

Situaciones.

Una mujer tocando el violonchelo. Wagner.
Dos amantes,
Un trombon, un saxofonista.
Un sexofonista.
Sueños a París.
Buenos Aires.
Pude ver desde la ventana a dos amantes, de azul, bailando en el centro de la plaza, entre viejos coches, un violín y flores rojas.
También pude ver a una mujer, tratando de recordar, pero sin poder hacerlo. Le pidieron que dibujase un reloj y se le olvidaron las horas. Le suplicaron que recordase. La vida se consumía en tan sólo aquel momento.
Tamíén vi un corazón, oxidado, por el viento de granada.
un marahá con 400 mujeres.
lluvia en sevilla, y amor de burdeles.
pude ver odio, rabia, ira, dolor.
pude ser tiempo. pude ser música.
y tú.
pudiste ser melodía, parte de la sinfonía de colores, de recuerdos. pudiste hacer teatro y colocarte la máscara de la sonrisa torcida, decadente, bohemia.
pudiste ser actor, malabarista, telefonista de madrugada, viejo mago con encanto, pianista por encargo y pintor de batallas.
pudiste.
yo, por mi parte, tan sólo pude ver por la rejilla que aparece entre las hojas carcomidas del libro que me llevé a la calle, como, entre la gente, entre el barullo, tus ojos brillaban.
aún, y con más fuerza.

La vida, en ocasiones, puede ser maravillosa.

martes, 9 de febrero de 2010

París.

Eran las 5 de la mañana cuando ella regresaba por la acera, con su vestido rojo y una copa de Whisky medio vacía, aún con la guinda reposando.
La ciudad comenzaba a clarear y los ruidos inundaban la atmósfera.
Al llegar al portal se detuvo, había notado algo extraño. Bajo la cabeza lentamente, y, de pronto, se dio cuenta de que tan sólo tenía un zapato.

Un saxofonista tocaba en la esquina "jazz de madrugada".

Muchos meses después llegó un pequeño paquete desde París. Correos, como siempre, fue demasiado lento en el envio. La mujer sentada en la oficina tras sus gafas de media luna tardó una hora en encontralo entre los papeles y viejos paquetes sin entregar.
De regreso a casa no pudo evitar rasgar el envoltorio y abrir la pequeña cajita.
En su interior, su zapato y una nota en francés:

"Je t´attends a huit heures, a côte de le Peintre de la Seine "

(te espero a las 8, junto al Pintor del Sena)

domingo, 7 de febrero de 2010

Triste valse de domingo.

No cesan los ruidos en la gran ciudad,
no cesan las pisadas en la arena.
(Alma dividida)
Soy luz, que corre, que vuela a tu encuentro.
Soy mar, que espera, pesante, al borde del abismo.
Soy melodía, que recorre tu cuerpo, para detenerme, pausada, y volver.


Siempre volver.
Siempre vuelvo.

martes, 2 de febrero de 2010

Perdidos.




Imaginate perdido en el desierto,
entre la calma,
la soledad, la arena y el viento,
un alma inherte, errante, solitaria, perdida. Libre.
Imaginate el grito al desierto, la esperanza, el auxilio, oh quizás un "soy el rey del mundo".
Es lo mismo.

imagina.

imagina, ¡por dios!, imagina.

vive.

siente.

Deja que la tormenta de arena te envuelva y te traslade, te meza, te haga ver, ver todo aquello que no ves ahora.


Dejate llevar.








¿ Qué le preguntarías al desierto si supieses que te daría una respuesta?

viernes, 29 de enero de 2010

Nocturno de shopin.

He perdido a mario benedetti.
A "el mejor lugar del mundo esta aquí mismo"
a "manual de infractores"
mi vieja camiseta de sex pistols,
mis auriculares
el anillo rojo q me juega malas pasadas y aparece siempre donde ya lo he buscado
el condon sin usar de la cartera
la verguenza
las canciones buenas de madrugada
las ideas originales
la inspiración
el impulso
la desconfianza
mi primera chamarra vaquera,
la infancia
a todos los que me miraban desde arriba
el horrible ansia de la sensacion d caerme al volar
unos cuantos pares de pendientes,
el último tren de las 5 de la mañana.



¿donde cojones os habeis metido?
Espero, que, como siempre, me espereis todos en algun que otro cajón...

domingo, 10 de enero de 2010

Al doblar la esquina.

Era invierno. La noche había caído silenciosa, y la nieve había cubierto con su manto la infinita calle, preámbulo del portal.
Caminaba sola, con un abrigo demasiado grande, arrastrando las mangas, dejando huellas en la nieve.
Las luces proyectaban su sombra en la calzada, anunciando que una mujer caminaba por la avenida.

flash: fotografía.

martes, 5 de enero de 2010

Cuando éramos reyes.






- ¿que quieres este año?
- un poco más de ti.